Cuatro o cinco días después – ya no recuerdo bien- en una tarde de a ratos lluviosa, me encontré con una Natalia sonriente, feliz, ligera y amable. Es extraña la sensación que sentí al encontrarme sólo con ella en el gazebo de su jardín. Estaba seguro que esa que tenía en frente era otra muchacha, mucho más simpática y feliz con el mundo que la rodeaba. Decía chistes a diestra y siniestra y se reía mostrando aquellos hoyuelos que empezaban a volverme loco. Ella seguía con sus monólogos y yo seguía anonadado admirando su forma tan extrovertida de ser. Su estado de ánimo era incompatible con el clima, sin duda un día gris y oscuro por lo general tiende a hacernos sentir un poco apagados pero no, con ella todo era diferente. Me pregunto si ella sería siempre la excepción de la regla, o lo inverso a lo común. Creo que eso era lo que me atraía más de esa creatura, que sin duda era única. Nadie en el mundo entero se podría parecer a ella y eso me hacía sentir afortunado de haberla encontrado en mi camino. Terminó su monólogo con un “y tú? Por qué estás tan callado? Cuando te obstines de mi me lo dices, eh?” .
Ella era completamente incapaz de comprender el efecto que tenía sobre mi, o sobre cualquier persona, no entendía por qué a veces podía quedarme callado por horas solo viendo y escuchándola hablar. Yo tenía en ese entonces 24 años y nunca antes había sentido nada igual. Era pues un chico emocionalmente virgen y finalmente había llegado el día en el que todo eso quedara atrás.
A veces me divierte pensar que he vivido dos vidas o una dividida en dos. Pre- Natalia y Post-Natalia. Al segmento Pre-Natalia lo he titulado “dormido” y al segmento post, Despierto. Esto es así porque ella despertó mis sentidos, los acentuó, los refinó al extremo de no reconocerme en el espejo. Vivir para otra persona no es lo que muchos se imaginan, no es fácil pero tampoco difícil. Tiendes a olvidarte de ti, de tus sueños, de tus ambiciones y dejas de hacer todo lo que hacías antes de conocerla para hacerlo todo para ella. Si me despertaba era para hacerle desayuno, si hablaba era para entretenerla, si leía era para que escuchara mi voz. Era exhaustivo vivir así, y sin embargo lo hacía, todos los días lo hacía y era feliz haciéndolo porque para mí, Natalia era tan necesario para vivir como el oxígeno. Ella era una droga y yo ya era el ser más adicto del planeta.
Si no fue fácil vivir con ella, más difícil aún se me ha vuelto vivir sin ella. Sin su olor. Sin sus hoyuelos. Sin su tristeza. Sin su constante tararear de canciones que hoy no dejo de escuchar. Todo lo que me rodea me recuerda a ella y me atrevo a decir que su constante recuerdo es lo único que me mantiene vivo, respirando. Mi familia no aprueba de esto. Quieren limpiar mi casa y dejarla sin rastros de su existencia. Quieren que me vaya a vivir a otro país. Que empiece una nueva vida. Que entienda que hay un mundo más allá de Natalia y que yo sólo tengo que conseguir mi camino sin ella. Conocer a otras mujeres, enamorarme de otras personas. No entienden lo infinitamente imposible que es para mi imaginarme una vida sin que su presencia esté conmigo en cada instante. No quieren comprender que al menos con su recuerdo puedo vivir, que sin eso no soy nada ni nadie y que el rompecabezas de mi vida sólo está completo con ella.
Con los años he perdido mi identidad. Y con ella el apetito hacia la vida. Los días para mi son un lapso de horas en las cuales me obligo a inhalar y exhalar aire mientras hago cualquier estupidez para que el tiempo no se me haga tan insoportablemente lento. La agonía que siento a veces es imposible describir en palabras. Imagina escuchar la canción Comfortably Numb infinitas veces y tal vez agarres una ojeada de lo que siento 24/7. Muchos piensan que es una lástima y una tristeza horrible esta situación en la que me encuentro. Yo respondo que para mí la vida de cualquier persona que no tuvo la dicha de compartir con mi Natalia es una absoluta tristeza. Por supuesto que ellos no me entienden. Y tampoco espero que lo hagan. Después de todo, ellos no saben lo que era vivir con alguien así.
A menudas veces Natalia escribía para mí y sobre mí. Aquellas cartas, cuentos, poemas y dedicatorias las atesoro como pocas cosas en esta vida. Me las se, todas me las he aprendido palabra por palabra, respiro por respiro. Ellas me alimentan el alma y la esperanza de que sigue conmigo, porque existe através de ellas. ¨Las palabras son inmortales, ergo soy inmortal cuando plasmo lo que soy en papel” solía decirme, sobre todo en sus últimos días cuando ya ambos sabíamos lo que el destino tenía guardado para ella. “No estés triste. Sonríe. Sonríe para mí”.
El día de su despedida Natalia intentó hacerme jurar que yo seguiría adelante con mi vida. Que vería el tiempo que habíamos pasado juntos como un capítulo del libro de mi vida, y que todavía quedarían muchos más por venir. Yo me resigné a no jurarle nada que sabría no podría cumplir. “Júramelo, sólo júrame que vas a intentar volver a enamorarte de otra persona”. Y yo no respondía. Sólo reía entre lagrimas amargas tratando de aferrarme de lo poco que quedaba de ella.
2 comments:
Excelente Ani!
Me encanta Natalia, no sólo porque me identifico con su descripción de constante habladera (buen click para el lector) sino porque no hace mucho lei "Crónica de una muerte anunciada" y descubrí que soy una de esas lectoras que aún conociendo el fin quiero saber los medios. =p
Sigue haciéndolo!
Claro que me apunto para el NaNoWriMo este noviembre. Escribiré en español. Lo hice en inglés en julio y no he ni comenzado a releer pero fue una experiencia fabulosa.
Te mando muchos ánimos con este mensaje...porque de los 20 a los 30k se me puso difícil la cosa...pero sé que lo lograrás sin problema. Escribes maravillosamente.
Espero lo repitas en noviembre para tener alguien con quien quejarme en los writing block.
Keep on blogging!
Un abrazo,
Chiqui.
jum!
me gusta lo que leo por aca.
saludos! esta genial!
Post a Comment