El reloj marcaba las 10:10 am. Reinaldo se preguntaba por qué todavía Carlota no había leído sus mensajes, escritos hacia muchas horas del día anterior, abandonados en el chat con una d minúscula que indicaba que el mensaje había sido enviado. Mas no leído.
Se imaginó cualquier cantidad de situaciones. Se quedó dormida. Chocó. Le robaron el Blackberry en el tráfico y ahora los malandros se están haciendo los locos. Se le cayó cuando se bajó del carro y no se ha dado cuenta de que está debajo de su auto, estacionado en el garaje de su casa. O tal vez se cayó en la piscina, se quedó sin batería, el perro se lo llevó y lo mordió hasta volverlo trizas. Quien sabe.
Pensó, tal vez, que pudo leer la vista previa desde el chat con otra amiga y fue suficiente para espantarle la idea de abrirlo y enfrentarlo en la conversación cibernauta. Pensó y pensó. Muchas cosas. Pero la verdad era una. Redonda y absoluta. Carlota permanecía sin leer el mensaje. Y ella tenía que leer el mensaje.
Se recordó de sus clases de Teorías de la Comunicación. Marshall McLuhan. El medio es el mensaje. Y empezó a ver todo más claro. Dentro de su cabeza, sólo una palabra rondeaba en su cerebro. Medio. Y llegó a su conclusión definitiva "Aquí lo que está fallando es el medio, evidentemente, hay un emisor, hay un receptor, y sin embargo el mensaje no ha sido recibido. Evidentemente. Tengo que cambiar el medio."
Agarró el celular. Marcó el número que por supuesto no se sabía de memoria, pero que tenía grabado en su agenda. Empezó a repicar. Su boca se empezó a secar. Las manos empezaron a sudar. Su corazón empezó a latir más y más rápido con cada repique del celular. Hasta que por fin escuchó algo en el fondo. Una de esas voces automatizadas de la empresa telefónica pidiendo que dejara un mensaje después del tono.
-hhola Carlota. Cómo estás. Es Reinaldo. Necesito hablar contigo. Por favor llámame apenas leas mis mensajes. Un
beeep.
Y trancó el teléfono brúscamente. Mientras se observaba en el espejo del baño. Tan fastidiado, nervioso e inseguro que hace 20 minutos. Cada vez que veía el celular para ver la hora o para ver si tenía alguna respuesta la pantallaba anunciaba prácticamente la misma falta de información. Números que transcurrían lentamente. Como quien se sienta a ver la arena transcurrir de un extramo a otro en un reloj de arenas grande sobre la mesa. Pensando en no pensar. En agarrar el carro e ir a buscarla. Pero primero no podía dejar de intentar todo lo demás.
Facebook.
Twitter.
Blogger.
Flickr.
Msn Messenger.
Hotmail.
Google Talk.
Y pare usted de contar. No habían signos de vida en ninguno de los perfiles de Carlota. Por lo menos no en día y medio. El número de su casa era completamente desconocido. ¿Quién da el número de su casa hoy en día? Y empezó a buscar las llaves del carro, hasta que se montó en él y se dio cuenta de que no tenía ni la menor idea en qué edificio vivía Carlota. ¿Cómo iba a ir a por ella?
Tenía meses hablando con ella todos los días a toda hora por el bendito chat. Se sabía hasta la historia de sus papás y primos. Quería invitarla a salir. Llevarla al cine, a cenar, a tomar, a bailar. Al parque. Quería agarrar su mano y conquistarla para siempre. Pero ella esperó y esperó.
Y ahora que llegó un nuevo mensaje, no sabe si le interesa leerlo.
*Aviso muy importante.*
*Los domingos por la tarde*
*de los otoños agónicos*
*no hay que salir de casa.*
*El otoño oscuro*
*es horario*
*y territorio de muer...
14 hours ago
6 comments:
Oh, mierda!
Me encantan este tipo de historias!
Que lo lea :(
y le diga a Reinaldo que deje el achante! ;)
"Hombres ponganse las pilas antes de que nos cansemos del mismo mensajito de todos los dias."
Por qué los hombres que nos interesan tendrán que ser tan achantados, bastaaaaaaaa.
Me encanta leerte siempre ani, eres demasiado creativa.
Te quiero muchísimoooo, pero eso ya lo sabes :)
Hola!, tenìa muchìsimo tiempo sin pasar por tu sofà virtual; y vaya grata sorpresa que me encuentro ...
Tu sentido agudo se mantiene; y la imginativa a mil !!! es una delicia tus letras. Asi es.
Un càlido saludo,
Beny.
Mas, mas, mas! quiero mas de esta historia. Necesito una segunda parte!
Le escribio a la nina de la falda de flores?
QUIEN DIJO MIEDO?... MANOS A LA MASA...
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