Wednesday, June 30, 2010

Momento Kodak


Creo que a pesar de que ahora, con el boom de la fotografía digital, todos tomamos fotos a diestra y siniestra, siguen existiendo los momentos Kodak y a lo mejor incluso son más distinguibles ahora que antes. Me refiero a aquellos momentos especiales donde predomina en nosotros algún sentiminto en particular, sea tristeza, felicidad, rabia, o amor.Y sí, pienso que los momentos tristes y de arrechera son tan importantes de recordar como los de amor y felicidad. O acaso no es igual de satisfactorio abrir un álbum de fotos y recordar tu vida cuando era miserable ahora que estas infinitamente feliz? Lo mismo que cuando estamos tristes y buscamos consuelo en aquellas fotos donde la sonrisa no nos cabía en el rostro. Hay instantes en los que la situación que vivimos se nos graba en la mente y, sin ánimos de sonar como un cliché cursi en patas, en el corazón (náuseas, jajaja). Los momentos Kodak, irónicamente, son los momentos que siempre vamos a recordar a la perfección, incluso sin una fotografía, pero a pesar de esto nos empeñamos en retratarla porque queremos tener alguna prueba o evidencia física de ésta. A mí no hay nada que me guste más que abrir una carpeta de fotos en la computadora y encontrarme con fotos que tomaron mis amigos mientras yo estaba distraida tomando o conversando con otra gente. Son las fotos que no busqué tomar, y que no esperaba ver, supongo que ese sentimiento de sorpresa siempre es una experiencia agradable. Más cuando saben capturarte en una foto de la que tu ni enterada que formabas parte. Son esas imágenes improvisadas, infraganti si se quiere, que logran construir un verdadero retrato de tu vida en ese instante. A veces nos vemos con la mirada perdida o sonriendo viendo a alguien que ni sabíamos que producía ese efecto en nosotros. Es verte al espejo sin saber que te estas viendo y entender un poco de quienes somos. A las personas que han hecho ésto con mi cámara ¡gracias! Espero haber sabido capturar un poco de su esencia con la mía.

Tuesday, June 29, 2010

Aquella rosa

Él me regaló una rosa. Me regaló una rosa a pesar de mi adoración por las trinitarias y mi sentido de identificación con los tulipanes. Estaba a la expectativa. La verdad, odio los clichés. Me gustan las flores, pero que un hombre me regale una rosa me parece algo cursi y trillado, lo mismo pienso de un Toronto o un Ferrero Rocher.

Yo quiero un Cri- Cri, porque es mi chocolate favorito, porque no importa cuantas veces lo coma nunca me voy a cansar y siempre va ser mil veces mejor que un Crunch. Y es de aquí, criollito. Y bien sabroso. Además mi tío favorito me decía Cri-Cri cuando era pequeña.

Yo quiero, además, una invitación a tomar múltiples Solera Light o Cosmopolitans, en una pequeña nota escrita a mano -así tenga mala caligrafía- con un splash de Inmotion de Hugo Boss, porque debo admitirlo, esa colonia me enamora.

Si me tiene que regalar una flor, pues entonces que sea original. Si no conoce mi adoración por las trinitarias entonces que consiga la flor más extraña que exista en el vivero, la más auténtica, la más barata, la menos comprada, la más rechazada, la menos pensada. Esa, esa que está ahí me agrada un poco más. 

Pero no, el llegó ese día con una rosa. Me dijo que siempre le parecí hermosa. Y no es que yo me crea fea, pero el que le haya parecido hermosa no es relevante, porque aunque el físico no es despreciable en cuanto a la química que puedas tener con una persona, si es lo único que le impulsa a salir conmigo, pues no es el tipo de persona que me interesa. En lo absoluto.

Y no es por ser exigente, pero me hubiese gustado también que supiera un poco más de mi vida, antes de decidir que porque a su criterio "soy hermosa" quiere salir conmigo. ¿Niño, cuántas niñas hermosas y estúpidas no existen en el mundo? ¿No son suficiente como para querer saber algo más de la persona? 

No saber demasiado, porque entonces me asusta un poco, pero algo, como por ejemplo que ser escritora es mi meta de vida y si no es capaz de leer ni estas palabras, la cosa no va pal baile, imposible.  Ni que se meta en uno de esos cursos intensivos de lectura rápida y se lea este blog en tres días. ¡menos! 

Junto con la rosa - por de más roja- vino una invitación a cenar. Cómo explicarle que una primera cita nunca puede ser para ir a cenar. Yo quiero poder salir corriendo si resultó un loco empalagoso y extraño. Por el contrario, unos tragos o un café nunca fallan. Y si el personaje puede lograr que una primera cita, no se sienta como una primera cita, porque me inspira confianza y no me obstina de preguntas básicas como ¿en qué semestre estás? ¿por qué escribes tanto? ¿en dónde te ves en 10 años? entonces ya tiene algo de vida .... 

Pero el personaje en cuestión, no, cómo puede tenerlo, empezó mal muy mal y ahora sólo quiero que llegue el auténtico que sé que está por ahí, escondido entre las letras de este blog.Que me perdone el pana de la rosa roja, estoy segura de que hay un sin fin de chicas *hermosas* con muchas ansias de recibirla y aceptar esa invitación a cenar. Not me.

"Life is a bowl of cherries and we get stuck in the pits"

Wednesday, June 23, 2010

casi casi, un cuarto de siglo

Hoy cumplo 24 años. Ahora estoy contenta, pues me desperté y tenía muchos mensajes lindos en mi celular de amigos y personas queridas que se recordaron de mí a horas impensables! Además, también ayuda el hecho de que haya llovido toda la semana excepto hoy que el día está resplandesciente. " El día más bello del año" me dijo una amiga. Pero, la verdad verdaita, cuando me siento a pensarlo, entro un poco en pánico. ¿Por qué suceden estas cosas? No sólo porque recuerdo como si fuera ayer el 2006, es decir mis 20 años, lo que quiere decir que en un brinco voy a tener treinta, y voy a recordar como si fuera ayer cuando tenía 24 (HOY). Si no también porque probablemente hace ocho años yo imaginaba que a los 24 iba a estar graduada, con título en mano, dos años de experiencia laboral, viviendo en Nueva York, haciendo tal vez mi postgrado, con un novio de hace tres años, etc. Y la verdad es muy distinta. Estoy soltera. Todavía me falta un semestre para terminar la universidad. No soy independiente. No vivo en Nueva York, ni he salido de Caracas.

Y me entra el down y la frustración, al tiempo que empieza mi mente a intentar re-consolarme. "Bueno ya va, esperate ahí un pelo, ¿cómo es la cosa?, no vivirás en Nueva York, y no tendrás el título ya, pero tienes más de dos años de experiencia laboral, una novela escrita, como veinti algo cuentos, y más de 250 escritos en este blog. Deja la estupidez, saca una champañita y vamos a celebrar es lo que es!!" jajaja, y así estoy, en una sola diatriba interna, pensando que cumplir 24 es casi lo mismo que cumplir 25, que es un cuarto de siglo, y mira que muy pocos viven un siglo, y eso quiere decir que a lo mejor sólo vivo dos veces más lo que he vivido hasta ahora, y quien sabe cuantas estupideces más uno piensa para autosabotearse el cumpleaños. ¡Qué broma vale! Por qué no podemos ser felices siendo viejos y ya!!!

Ahhh, y ni hablar lo que me friquea eso de poder decir "hace ocho años tal cosa", ¡coño! ¿en qué momento hace ocho años yo era una persona adulta? Todavía recuerdo cuando sólo podía decir hace tres años me di mi primer beso. Y ahora no, ahora ya son casi 10!!!! ahñsklfjasñdklfj - Bueno bueno, qué pasó con eso de vivir el presente y alegrarse por todo lo bueno y lo malo que ha pasado en su vida porque todo eso ha hecho que seamos ahora pesonas increíbles?

Pues me pasé el chip. Pá fuera las inseguridades, frustraciones y malas vibras. Pa' dentro la felicidad, la emoción, las ganas de celebrar de bailar de ESCRIBIR, de seguir siendo quien soy: una chica maravillosaaaaa, y ahora, con 24 añitos de lindas experiencias :)

besos a todos,
la humilde escritora

Monday, June 7, 2010

(Cuento) Marrakech

Daniel tiene 27 años. Ciudadano de una Estocolmo fría y costosa, cinéfilo frustrado, contador público, solitario y soñador, se dedica a escribir guiones ignorados en sus minutos despejados de sumas, restas y multiplicaciones. Su vida tiene dos vertientes: la que vive en carne propia, y la que vive en sus películas clásicas predilectas, una vida junto con Ingrid Berman y Grace Kelly, donde el círculo cromático es sustituido por el Blanco y el Negro. Ahí, él no es un empleado más, no. Él es el protagonista.

En su día a día interactúa con pocas personas, una vida de quien fuese un soñador eterno, algo así como Amelie. La realidad es su obligación, el oficio lo que le da los insumos para pasar las noches inmerso en su soledad fílmica, acompañado de cotufas y calefacción máxima. Pero un día, uno de esos tantos días en el que su VHS proyectaba 'Casablanca', se quedó dormido cuando Rick Blaine llega a Marruecos con el objetivo de establecerse ahí y vivir una nueva vida.

A la mañana siguiente, todo era muy claro para Daniel. Una visión entre ceja y ceja lo despertó y de repente, él sabía qué tenía que hacer, cuál era su nueva misión. Fue un momento mágico, de esos en los que uno siente que todos los elementos del cerebro hacen click. No se levantó para ir al trabajo.  Se quedó en casa, dando vueltas alrededor de su cama maquinando hasta el último detalle para llevar esa visión, de lo abstracto, a lo concreto.

Sin mucha necesidad de esfuerzo, Daniel empacó sus pocas pertenencias, entre las cuales se hallaba su colección de películas clásicas, y le entregó la llave a la conserje del edificio para que se la devolviera a su dueña. Agarró el primer tren a Paris, la primera de muchas paradas que culminarían en su destino final: Marruecos. ¿Por qué no? Si Humphrey Bogart, disfrazado de Rick Blaine, lo logró, ¿quién dice que él no podía hacer lo mismo? Pues sí, el también alcanzaría a vivir su sueño y si no pues moriría en el intento pero se respetaría a si mismo por agarrar su vida por las riendas y tener los cojones de hacer lo que lo apasiona.

Después de mucho viajar, y conversaciones entusiastas con completos extraños para hablar del riesgo tan espectacular que estaba tomando en su vida, llegó a Casablanca. Una explosión de anaranjados en degradé vislumbró su vista y lo recibió con la certeza de que estaba viviendo su primera gran aventura.

Aquí Daniel ya no sería aquel contador público que sueña con ser cineasta y vive una vida ficticia. En Casablanca la ficción se convertiría en realidad y para ello Daniel empezó a presentarse como cineasta, guionista, director aficionado, captador de talentos, director de castings, editor profesional, lo que fuese necesario para posicionarse en la mente de la gente como un artista cinematográfico. 

Ante una ciudad de película pero con pocas personas conocedoras o especialistas en el área, Daniel surgió como sol en la playa y se llenó de éxitos en pocos meses. Ante la felicidad y disonancia de ser ahora, casi más grande que su ídolo,a veces siente la sensación de estar viviendo un sueño, o una experiencia completamente irreal porque casi pareciera demasiado buena para ser verdad. En estos momentos extraños, para sacurdise de esa impresión, siempre es necesario un momento para él. Un momento para recordarse que realmente él siempre fue ese artista grandioso, simplemente le tocó vivir una etapa de su vida bajo la sombra de números y fracciones, que realmente no tenían nada que ver con su esencia. Unos minutos en la terraza de aquel estudio, respirando el aire fresco marroquí, son suficientes para darle -cada vez que lo necesita- la seguridad de estar viviendo una magnífica realidad, de esas que sólo ocurren cuando uno las sueña y las desea por mucho tiempo y con toda la fuerza del mundo.

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