Miami ha significado muchas cosas para mí este último año pero creo que las puedo resumir en tres palabras: trabajo, independencia y soledad.
Aunque cualquier rutina se vuelve tediosa después de un tiempo, debo confesar que mi trabajo me encanta pues me divierte y me proporciona nuevos retos a diario. Las redes sociales cambian cada segundo y por eso tengo que mantenerme al día con lo que ocurre en el mundo 2.0 y cuáles son las mejores prácticas para crear experiencias que valgan la pena compartir y difundir por las redes. Quizá parezca una tarea fácil, pero les aseguro que no lo es. El internet en los últimos años (ahora más que nunca) se ha convertido en una guerra de contenidos. Todos los clientes quieren lograr un "viral", todas las marcas quieren predominar los newsfeeds de la gente y cada vez se vuelve más y más difícil lograrlo. Tareas que antes podían ser sencillas, como por ejemplo, escribir un "post", ahora son complejas pues ese post tiene que tener una razón de ser, tiene que estar escrito de una forma creativa, debe sorprender a los usuarios lo suficiente como para que los fans quieran compartirlo e interactuar con él.
Tengo ya casi un año dedicada a esto y todos los días aprendo algo nuevo. Lo mejor es saber que eso va seguir siendo así. Muchas de mis horas en el trabajo se van mientras escribo contenidos. Quizá por eso cuando llego a mi casa ya no me provoca escribir y por ende tengo este sitio tan abandonado. Pero la verdad sea dicha extraño demasiado escribir aquí. Ojalá la nostalgia del recuerdo sea incentivo suficiente para hacerme regresar y lograr una constancia. Pero ya aprendí. Ya se que no se pueden hacer promesas. En el momento en el que se convierte una obligación, escribir en este sitio pierde todo su encanto.
Trabajo en una de las áreas que más me da "nota" (a lo venezolano pues!) de Miami. Se llama Wynwood y es el distrito de arte de la ciudad. Hay numerosas galerias de arte, talleres de artistas, agencias de publicidad, estudios de diseño, de arquitectos, bares "underground", cafés diferentes (a por ejemplo; Starbucks), buenos restaurantes y las fachadas de absolutamente todos los locales están cubiertas de arte urbano.
Foto by Ethra, Flickr.
Por otro lado, llego todos los días a mi apto en la noche y me siento feliz, feliz de entrar a mi casa que yo mantengo y que no tengo que compartir con nadie. Veo televisión, o leo un rato y luego me acuesto a dormir. Así han pasado ya 11 meses. El tiempo vuela y sin darme cuenta me ha pegado la soledad de quien es todavía "nuevo" en un sitio y todavía no conoce mucha gente. Me hacen falta mis amigas de Atlanta como no tienen ni idea...