Encuentro curioso que al escribir el título de este post decidiera ponerle signos de interrogación. Me da la impresión de que mi subconsciente duda de que ésto realmente sea un nuevo comienzo. Les cuento. Hace una semana comencé un workshop creativo que se llama "The Artist's Way". Promete desbloquear mi creatividad, mi arte: mi escritura, y la verdad es que estoy infinitamente emocionada por el prospecto de lograrlo.
Se me ocurre que quizá sea un buen ejercicio durante este proceso escribir
Por cierto, ésta es la segunda vez que intento hacer este workshop. La primera vez fue el año pasado, en mayo, estando embarazada de Olivia y en esos días que retomé el blog. No pasé de la primera semana... Quizá eso explica los signos de interrogación en el título. ¿Cuántos nuevos comienzos he hecho en este blog? Es muy cómico porque el año pasado estaba llena de una motivación absoluta y ahora en retrospectica siento que estuve como "poseída". En esos días, escribiendo en Instagram y en mi blog, me comprometí a un proyecto sumamente ambicioso de 125 días de posteos diarios. No pasé del cuarto día y eso quedó ahí como un recordatorio del fracasado intento de destapar mi creatividad. En todo caso, ayer comencé la segunda semana de este segundo intento, así que vamos bien, ¡jaja!
En el fondo está Olivia, echada en su Baby Gym. La tengo acostadita de espalda y está jugando con los objetos que cuelgan del móvil del gym. Los mismos hacen distintos soniditos y la estimulan de distintas formas. Desde hace tres semanas para acá ha avanzado mucho: ya sostiene su cuello y agarra las cosas con más precisión. Hay muchas cosas que aún no hace (como voltearse) pero no quiero que se sienta presionada ni frustrada. Ella va a su ritmo y yo mas bien estoy aprendiendo a dejar que fluya y que sea feliz sin intervenir mucho. No quería escribir de ella, aunque el amor que siento por ella es tan grande que no me cabe y se desborda con cualquier cosa que haga o piense, pero Olivia ya es una parte tan grande de mi vida, que me asusta la idea de perderme por completo. Perder mi esencia, mi yo verdadero, mi yo que no es madre, ni esposa, ni hija, ni hermana. Simplemente mi yo interior, la persona que soy cuando nadie está viendo y cuando no está ocupada pensando en las personas que ama.
También, en el fondo, suena Yordano "Robando Azules", una canción muy linda que me llena de buenas energías, así como el sol que me cae de frente, me cega un poco y me hace arrugar los ojos más de lo que debería a mis 33 años. Puedo contemplar detrás del monitor en el que escribo, el mar, las palmeras, y el día muy bello y me pregunto ¿qué hice para merecer todo esto? No lo sé. Sé que estoy siendo víctima del síndrome del impostor. Y me recuerdo que lo único que tengo que sentir es gratitud y felicidad porque la vida es una y ahora mismo nos está tratando muy bien. ¿Puede ser mejor? Absolutamente. Siempre. Y agradezco también que así sea.