De chiquita mi mamá siempre me leía aquel poema lindo de Rubén Darío sobre la princesa Margarita. El poema empezaba con la frase:
"Margarita, está linda la mar,
y el viento tiene esencia sutil de azahar"
Crecer escuchando y leyendo este poema, al mismo tiempo en que pasaba todas las vacaciones en Margarita, me hacía asociar ambas cosas. Yo estaba convencida de que el poema tenía una relación directa con la isla, me imaginaba a Ruben Darío escribiendo esos versos contemplando el mar en Playa Caribe, paseándose por Pampatar y recorriendo las inmensidades de la isla de mi infancia. Hoy por hoy es imposible sentarme frente al mar, disfrutar de la brisa y el día espectacular sin pensar en ese comienzo, "Margarita está linda la mar y el viento tiene esencia sutil de azahar. Este viaje no fue la excepción! El mar estaba hermoso y la brisa refrescante. Me llevé a mi novio y quedó encantado con la isla. Y es que Margarita tiene un encanto que reside entre sus montañas y playas diversas, todas diferentes de unas a otras. Tiene un balance entre virgen y desarrollado, aunque claro está que mucho nos beneficiaría tener una Margarita más desarrollada hacia el turismo extranjero. Aunque en mi familia siempre hemos sido de los que intentamos visitar por lo menos cinco playas diferentes, en este viaje nos aventuramos a probar la playa del Hesperia Isla Margarita (que como toda playa venezolana, tiene acceso público) y quedamos tan fascinados con la playa que pocas ganas nos quedaron de probar suerte en otra. Ésta tenía una escala divina, la arena blanca y suave, el mar frío refrescante y tranquilo -sin casi oleaje-, pocos vendedores, ninguno de ellos invasivos y una vista espectacular hacia un faro a la izquierda - el mismo de Playa Puerto Cruz- y una piedra al frente con pelícanos reposando sobre ella. Ir a Puerto Viejo era ir y rescitar en mi cabeza incontables veces, "Margarita, está linda la mar".
1 comment:
¡Me trajo mil recuerdos el título de este post!
Mi mamá se llama Daisy. Cuando tenía como 6 años aprendí que significa margarita. Y entonces pensaba que algún hombre le había puesto a la isla el nombre de su hija, como dedicatoria.
Uno de niño tendía siempre a imaginar lo fantástico. Quizás hay que guardar un poquito de eso y alegrarse los días como tú viendo la playa y recordando el poema :)
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