Goodbye high heels, hello Converse

Ayer fui al cine más nulo de Caracas con una amiga: Plaza Las Américas. En verdad, a mi juicio, los cines más nulos de Caracas son los mejores cines de la ciudad porque eso implica que puedo llegar, en efecto, cinco minutos antes de que empiece la película y no me voy a ver forzada a sentarme en la primera fila. Santa Fe, Lido y La Lagunita son otros cines completamente nulos que recomiendo (pero no lo digan mucho que luego se vuelven un caos). 

Ayer llegamos quince minutos antes de que empezara la película, pero nos tocó estacionarnos en el estacionamiento al aire libre que está frente al Plazas viejo... pues bueno, a las 6:40 eso no fue ninguna tragedia. Tragedia fue, cuando, a las 9 de la noche no había otra forma de acceder a ese estacionamiento sino bordeando el centro comercial por la calle. Yo tenía puestos unos tacones altísimos, todavía no entiendo por qué ni para qué. Seguramente para no sentirme como una enana siniestra al lado de mi amiga que mide como 1'90 sin exagerarles. En la mitad de la caminata, que fue más larga porque nuestro sentido de orientación es tan absurdo que en vez de salir por la derecha, salimos por la izquierda y tuvimos que darle vuelta y media al lugar, en la mitad del camino nos dimos cuenta de que estábamos solas y que eso estaba negro negrísimo y de repente entramos en pánico y empezamos a correr como unas gallas a toda mecha para llegar a nuestro destino final ilesas. 

Yo prendí el carro mientras sentía que el corazón se me salía del pecho y luego mientras hacíamos la cola para salir de aquel lugar me entró un ataque de asma horrible, y por supuesto no tenía la medicina conmigo. Bueno, eso no fue tan grave realmente pero maldije mil veces vivir en una ciudad que nos produce tal sentimiento de inseguridad que no podemos ni bordear un centro comercial en El Cafetal de noche sin matarnos del susto.

Anoche dormí perfecto y esta mañana me levanté temprano a estudiar. Justo después de que escribí/publiqué mi última entrada esta mañana, me empezó un dolor muy fuerte en la espalda. Tan fuerte que me vine en vómito y casi me caigo por las escaleras del ático (de caracol) intentando bajar con prisa para llegar al baño (yuck, yo sé, no sé por qué les cuento estas cosas). Bajé y ya el dolor era tan pero tan fuerte que lo único que podía hacer era gritar en agonía, creo que nuuunca nunca en mi vida había sentido algo tan horrible. Mi mamá se despertó y me empezó a calentar compresas de agua caliente (que fue lo que la doctora me recomendó cuando me dio el último lumbago en marzo). Ya en cama tumbada y con mi pobre madre corriendo al micro-ondas cada dos segundos porque las foquin' compresas se enfrían al segundo, yo me seguía arqueando de nauseas pero no tenía nada en el estómago para botar. Al final llegó una tía con una enfermera mágica que me inyectó Coltrax y Voltarén y me trajeron varios aparatitos esos que se enchufan y son calientitos para ponerme en la espalda y dos horas después reviví con todas las de la ley, pero hermano, qué mal rato pasé!!

¡Y TODO CULPA DE LOS ESTÚPIDOS TACONES! Pues hoy me declaro en huelga. No pienso usar más tacones. De ahora en adelante me tendré que entender con mis converse y mis sandalias/flip flops doraditas que visten un poco más que los converse. No me calo otra escenita de inválida más. ¡¡¡¡ENOUGH IS ENOUGH!!!!! Tengo que aceptar que soy petite y no hay nada que puedo hacer (que no me haga daño) para evitarlo....

PD: En caso de que te estés preguntando, los pies re-gordos y re-blancos de la foto no son míos