Monday, August 31, 2009

II. (cont. 'Con Natalia de pies a cabeza"



Cuatro o cinco días después – ya no recuerdo bien- en una tarde de a ratos lluviosa, me encontré con una Natalia sonriente, feliz, ligera y amable. Es extraña la sensación que sentí al encontrarme sólo con ella en el gazebo de su jardín. Estaba seguro que esa que tenía en frente era otra muchacha, mucho más simpática y feliz con el mundo que la rodeaba. Decía chistes a diestra y siniestra y se reía mostrando aquellos hoyuelos que empezaban a volverme loco. Ella seguía con sus monólogos y yo seguía anonadado admirando su forma tan extrovertida de ser. Su estado de ánimo era incompatible con el clima, sin duda un día gris y oscuro por lo general tiende a hacernos sentir un poco apagados pero no, con ella todo era diferente. Me pregunto si ella sería siempre la excepción de la regla, o lo inverso a lo común. Creo que eso era lo que me atraía más de esa creatura, que sin duda era única. Nadie en el mundo entero se podría parecer a ella y eso me hacía sentir afortunado de haberla encontrado en mi camino. Terminó su monólogo con un “y tú? Por qué estás tan callado? Cuando te obstines de mi me lo dices, eh?” .
Ella era completamente incapaz de comprender el efecto que tenía sobre mi, o sobre cualquier persona, no entendía por qué a veces podía quedarme callado por horas solo viendo y escuchándola hablar. Yo tenía en ese entonces 24 años y nunca antes había sentido nada igual. Era pues un chico emocionalmente virgen y finalmente había llegado el día en el que todo eso quedara atrás.
A veces me divierte pensar que he vivido dos vidas o una dividida en dos. Pre- Natalia y Post-Natalia. Al segmento Pre-Natalia lo he titulado “dormido” y al segmento post, Despierto. Esto es así porque ella despertó mis sentidos, los acentuó, los refinó al extremo de no reconocerme en el espejo. Vivir para otra persona no es lo que muchos se imaginan, no es fácil pero tampoco difícil. Tiendes a olvidarte de ti, de tus sueños, de tus ambiciones y dejas de hacer todo lo que hacías antes de conocerla para hacerlo todo para ella. Si me despertaba era para hacerle desayuno, si hablaba era para entretenerla, si leía era para que escuchara mi voz. Era exhaustivo vivir así, y sin embargo lo hacía, todos los días lo hacía y era feliz haciéndolo porque para mí, Natalia era tan necesario para vivir como el oxígeno. Ella era una droga y yo ya era el ser más adicto del planeta.
Si no fue fácil vivir con ella, más difícil aún se me ha vuelto vivir sin ella. Sin su olor. Sin sus hoyuelos. Sin su tristeza. Sin su constante tararear de canciones que hoy no dejo de escuchar. Todo lo que me rodea me recuerda a ella y me atrevo a decir que su constante recuerdo es lo único que me mantiene vivo, respirando. Mi familia no aprueba de esto. Quieren limpiar mi casa y dejarla sin rastros de su existencia. Quieren que me vaya a vivir a otro país. Que empiece una nueva vida. Que entienda que hay un mundo más allá de Natalia y que yo sólo tengo que conseguir mi camino sin ella. Conocer a otras mujeres, enamorarme de otras personas. No entienden lo infinitamente imposible que es para mi imaginarme una vida sin que su presencia esté conmigo en cada instante. No quieren comprender que al menos con su recuerdo puedo vivir, que sin eso no soy nada ni nadie y que el rompecabezas de mi vida sólo está completo con ella.
Con los años he perdido mi identidad. Y con ella el apetito hacia la vida. Los días para mi son un lapso de horas en las cuales me obligo a inhalar y exhalar aire mientras hago cualquier estupidez para que el tiempo no se me haga tan insoportablemente lento. La agonía que siento a veces es imposible describir en palabras. Imagina escuchar la canción Comfortably Numb infinitas veces y tal vez agarres una ojeada de lo que siento 24/7. Muchos piensan que es una lástima y una tristeza horrible esta situación en la que me encuentro. Yo respondo que para mí la vida de cualquier persona que no tuvo la dicha de compartir con mi Natalia es una absoluta tristeza. Por supuesto que ellos no me entienden. Y tampoco espero que lo hagan. Después de todo, ellos no saben lo que era vivir con alguien así.
A menudas veces Natalia escribía para mí y sobre mí. Aquellas cartas, cuentos, poemas y dedicatorias las atesoro como pocas cosas en esta vida. Me las se, todas me las he aprendido palabra por palabra, respiro por respiro. Ellas me alimentan el alma y la esperanza de que sigue conmigo, porque existe através de ellas. ¨Las palabras son inmortales, ergo soy inmortal cuando plasmo lo que soy en papel” solía decirme, sobre todo en sus últimos días cuando ya ambos sabíamos lo que el destino tenía guardado para ella. “No estés triste. Sonríe. Sonríe para mí”.
El día de su despedida Natalia intentó hacerme jurar que yo seguiría adelante con mi vida. Que vería el tiempo que habíamos pasado juntos como un capítulo del libro de mi vida, y que todavía quedarían muchos más por venir. Yo me resigné a no jurarle nada que sabría no podría cumplir. “Júramelo, sólo júrame que vas a intentar volver a enamorarte de otra persona”. Y yo no respondía. Sólo reía entre lagrimas amargas tratando de aferrarme de lo poco que quedaba de ella.

Sunday, August 9, 2009

To my fellow writers


Here is a really great playlist to get you in the writing mood. I like to think of it as my soundtrack for when im typing away!

1. Smashing Pumpkins - Mellon Collie and the Infinite Sadness
2. Thomas Newman - American Beauty Piano Theme
3. Debussy - Claire De Lune
4. Amelie Soundtrack - Comptine d'un autre ete
5. Ennio Morricone - Gabriel's Oboe
6. Carter Burwell - Bella's Lullaby
7. The First Kiss - The Veronicas
8. Amelie Soundtrack - A quai
9. Debussy - Arabesque
10. Lisa Gerrard - The End theme song of Man on Fire
11. Amelie Soundtrack - La valse d'amelie piano
12. John Williams - Welcome to Jurassic Park
13. Jon Schmidt - All of me
14. Nine Inch Nails- Leaving Hope
15. Silent Hill - Piano Main Theme
16. Ennio Morricone - On Earth as it is in heaven

500 days of Summer


Hace poco vi la nueva comedia romántica “500 días de Verano”. Primero que nada voy a empezar por aclararles que la película anteriormente mencionada no es una historia de amor. Así que si tenían ganas de ver una película empalagosa –con maripositas en la barriga- and happily ever after déjenme ahorrarles unos reales y ni se les ocurra verla.

500 días de verano es una película sensible ante situaciones que todos hemos vivido alguna vez en nuestras vidas y a la que nos podemos relacionar. Es una “anti-historia de amor” si se quiere. Todos sabemos que no hay 500 días de verano, por lo que en este caso Summer es el nombre de la protagonista, interpretada por Zooey Deschanel (quien me parece idéntica a Katy Perry). Es la típica mujer independiente que no cree en el amor, o el destino y quien –sin querer- vuelve papilla al protagonista que es un muchacho soñador, romántico, que piensa que su alma gemela lo está esperando para vivir felices juntos por siempre. Y cree conseguirla en Summer. Big Mistake. HUGE.

Honestly, I liked the movie. It’s different and more realístic than what we are used to watching, so yeah.. it pretty much rocks once you go watch it knowing its the anti love story. Ohh, and by the way, the best thing about the movie is the soundtrack (kind of like in Garden State).


Songs:

listen 1. A Story Of Boy Meets Girl[500] Days Of Summer - Music From The Motion Picture 1:35$0.99 Buy Track
listen 2. UsRegina Spektor 4:48$0.99 Buy Track
listen 3. There Is A Light That Never Goes OutThe Smiths 4:02Album Only
listen 4. Bad KidsThe Black Lips 2:08Album Only
listen 5. Please, Please, Please, Let Me Get What I Want (2007 Remastered Version)The Smiths 1:51Album Only
listen 6. There Goes The FearDoves 6:54Album Only
listen 7. You Make My DreamsHall & Oates 3:04Album Only
listen 8. Sweet DispositionThe Temper Trap 3:52Album Only
listen 9. Quelqu'un M'a DitCarla Bruni 2:43Album Only
listen10. MushaboomFeist 3:44Album Only
listen11. HeroRegina Spektor 3:29Album Only
listen12. BookendsSimon And Garfunkel 1:20Album Only
listen13. VagabondWolfmother 3:47Album Only
listen14. She's Got You HighMumm-ra 3:25Album Only
listen15. Here Comes Your ManMeaghan Smith 3:14$0.99 Buy Track
listen16. Please, Please, Please, Let Me Get What I Want (Album Version)She & Him


Con Natalia, de pies a cabeza


1.

Natalia me dijo una vez que sólo recordamos lo que nunca sucedió. Según ella, nuestros sentidos, estupefactos ante una nueva experiencia tienden a mandarle señales equívocas al cerebro, maximizando una serie de situaciones y acciones que en realidad, sólo fueran la infinitésima parte de lo que realmente sucedió. Esos, sólo esos momentos son los que recordamos mientras el palpitar de nuestro corazón se acelera y sentimos – o pensamos sentir, mejor dicho- una serie de sentimientos absurdos que nos pone un tanto vulnerable ante lo que sucede alrededor de nosotros. “Vaya hipótesis” le contesté. Después de todo, me había enamorado de ella precisamente por esta clase de ocurrencias, y como ésta tenía miles. Todos los días sacaba a la luz una nueva, entreteniendo mi corazón y alimentando mis neuronas de dosis concentradas de ella, porque era ella y sólo ella la persona capaz de generar tales afirmaciones y era lo que la diferenciaba del resto del mundo. Cualquiera diría que sus pecas en lugares tan bizarros como en sus rodillas, nudillos, muñecas y codos, eran lo que la haría única y especial pero para mí eso era sólo un detalle de su exuberante y espectacular físico que a veces alimentaba mi ego al hacerme sentir el ser humano más afortunado del mundo por contar con semejante compañía a mi costado.

Ante tales comentarios era imposible preguntarme a mis adentros si ella tenía algún recuerdo memorable conmigo? Si lo había diminuido con su hipótesis y si pensaba que todo lo que vivíamos juntos era una serie de acontecimientos insignificativos e ilógicos que poco tendrían que ver con el amor y el compañerismo. Casi inmediatamente luego de hacerme tales cuestionamientos me arrepentía e intentaba ocupar mi mente con cualquier otro pensamiento que sustituiría el anterior sólo para no preocuparme de ser tan poca cosa para ella.

En el verano del 2006, tres meses después de habernos conocido, pasábamos todas las mañanas, tardes y noches juntos – por no decir todas las horas del día-. Era extraño compartir tanto y no aburrirnos el uno del otro. Me atrevo a decir que desde entonces vivía y existía sólo para ella. Para acompañarla. Para alimentarla. Para besarla. Para darle todo el amor y todo el afecto que una persona puede darle a la otra. A veces le leía cuentos, otras ella me ponía música y nos echábamos en el sofá, abrazados, a cantar y tararear las canciones que poco a poco fueron formando parte del soundtrack de nuestras vidas y de nuestra historia juntos. Una historia que duraría poco pero que sería la única historia que realmente conocí. La que viví junto a la mujer que me completó y me llenó lo suficiente como para vivir una eternidad sintiéndome afortunado por el tiempo que pude compartir con ella.

Natalia era una chica bizarra. Pasaba días felices y otros tristes. Tal vez piensas que todos somos así y que todos vivimos felices y tristes a veces, pero con ella era diferente. De repente de lunes a miércoles era el ser más feliz del universo, y luego de jueves a domingo era el ser más miserable. A veces en un mismo día la observaba despertarse triste y acostarse feliz. Nunca pensé que alguien pudiese cambiar de estado de ánimo tan drásticamente, porque más que sentir tristeza ella sentía desmotivación hacia todo en la vida. No tendría ganas de hacer nada ni de opinar –cosa bien extraña para ella-. Cuando estaba ‘desmotivada’ sus afirmaciones eran pesimistas, de humor negro y para muchos, difíciles de digerir. Su bipolaridad no afectaba el cariño que le tenía, más bien acentuaba las ganas que tenía de protegerla y cuidarla durante toda una vida. Y eso, toda una vida, fue precisamente lo que faltó para tenerla siempre a mi lado, siempre conmigo. Porque verás, yo aprendí a querer, a realmente amar con ella, pero no aprendí que a veces el mundo tiene un destino planeado para nosotros y que, no importa lo que hagamos, él siempre va cobrar vida al final. No, yo siempre fui de los que pensaba que el destino lo va construyendo uno mismo en el camino, pero dado a cómo ocurrieron las circunstancias hoy en día prefiero pensar que estuve siempre equivocado, ya que me niego a aceptar que Natalia construyó su destino, un destino que la llevaría a la muerte antes de cumplir los 26 años.

La conocí una mañana de marzo. Yo estaba en el centro médico esperando que me atendiera el doctor por una otitis aguda mal curada que me estaba volviendo loco. Ella estaba ahí, en la sala de espera, intentando leer un libro que al parecer era bastante aburrido porque al ratito me empezó a buscar conversación. “No te parece un absurdo que le exijan a uno pedir una cita para igual tener que venir y esperar 3 horas para que te atiendan? Quién entiende a esta gente.. yo sé que yo nunca lo haré.” ‘Cierto, yo tampoco entiendo nada’ respondí, sin saber mucho qué decir ante una situación como esa. Ella seguía hablando sobre el tiempo que tenia esperando, el libro mal escrito que tenía en las manos, la poca paciencia que Dios le había otorgado, y quien sabe qué otras ridiculeces. Por un momento sentí que era la profesora de Snoopy que habla y dice palabras sin sentido. Yo estaba estupefacto, viéndola hablar y hablar por minutos sin parar, sin preguntarme nada. Aquello era lo más cercano a un monólogo que yo había presenciado y una parte de mi estaba encantado ante la presencia de semejante creatura. Tenía el pelo negro, los ojos miel y la piel blanca como una porcelana. Cada vez que sonreía se le formaban dos hoyuelos al borde de cada extremo de sus labios. Poco tiempo después la enfermera llamó a Natalia Martínez y ella se levantó, sacó una tarjeta casera de su bolsillo y me la entregó mientras me preguntaba cuál era mi nombre. “Alfredo Vegas” le contesté, inmediatamente me contestó “Un placer”.

La tarjeta probablemente la diseñó ella misma y la imprimió en casa. Decía “Natalia Martínez, escritora independiente” acompañado de una dirección de correo electrónico y una página Web que asumí era un blog donde publicaba sus escritos. Al llegar a casa prendí casi impacientemente la computadora e ingresé en su blog, extraña página llena de citas, ensayos y cualquier ocurrencia de la susodicha. Pasé horas leyendo sus escritos, recuerdo haber pensado que la carrisita tenía mucho talento y procedí a escribirle un correo dándole las gracias por compartir su escritura conmigo e invitándola a un café la semana siguiente. Dos días después –como quien no quiere la cosa- me respondió el correo con la cita concretada “Café Olé, Las Mercedes, martes 4:00 PM”. Esa fue la primera de muchas tardes que pasaríamos juntos, hablando de cualquier tema y compartiendo –sin saberlo- los pocos meses que nos quedarían juntos por vivir.

Saturday, August 1, 2009

Nunca he ido al Oeste de Caracas


Hasta hace poco nunca me llamó la atención saber qué hay ni cómo es el Oeste de Caracas. No me quitaba el sueño, no me intrigaba. De chiquita pensé que el Este lo era todo, es decir, Norte, Sur, y Oeste también. Crecí y al entrar en la universidad, me vi obligada a salir de mi burbuja, este nuevo mundo me incentivó a querer saberlo todo. A conocer más.
Así empezó mi paseo hacia una zona poco frecuentada por los que vivimos en el Este, tanto que en algunos casos llega a convertirse en un tabú. Son muchos los que piensan que al bajarse del metro, inmediatamente serán amedrentados con una pistola. Yo hice el intento de borrar cualquier barrera mental en mi primera experiencia.
Venía de Chacaíto, donde corrí disimuladamente por las aceras de la Av. Francisco de Miranda. Intenté cruzar la calle varias veces. No fue fácil. Los semáforos peatonales no son más que una utopía en una ciudad que no fue pensada en quienes caminan.
Confieso que pocas veces en Caracas me ha tocado usar el Metro. Cuando el vagón llegó a la estación Agua Salud me asombré. No sabía que me ofrecería una vista así, viva y directa, de lo que había fuera de ese encierro subterráneo. Era intimidante. Una especie de “vista previa” que se asomaba desde la ventana y venía acompañada de una canción: la música provenía de la guitarra de un señor que movía sus labios al compás de “No te enamoraste de mí”, de Ricardo Arjona. Ese fue el soundtrack del temible 23 de Enero, donde se bajaron unos cuantos y se subieron muy pocos. En breves minutos llegué a mi destino final: Gato Negro. Al salir me sentí como una extranjera en mi ciudad. Encontré una avenida iluminada por un sol radiante –una figura poética que engaña, pues ese sol fue el mismo que me derritió conforme pasaban las horas.
En la extensa Avenida Sucre de Catia se observan esos viejos y “auténticos” comercios que funcionan desde que abrieron sus puertas hace cuarenta años: frigoríficos, panaderías árabes, pastelerías, peluquerías, quincallerías, y abastos, establecimientos que no se han visto obligados a sumarse a la red de las grandes cadenas. Y un dato para el recuerdo: en el Supermercado Quincallería Tai abundan arroz, café, huevos, papel toilette, caraotas negras, leche descremada; productos que, en tiempos de revolución, no se consiguen en las principales cadenas de auto mercados del Este. ¿Será porque ahí trabajan únicamente 3 asiáticas que, en efecto, no entienden ni papa español?
En Catia, todo pareciera haber quedado estático desde su creación, o casi todo. No encontré, por ejemplo, ni un edificio moderno. El deterioro de la pintura en sus fachadas, las filtraciones y la inmundicia, traiciona a su arquitectura, delatando la falta de mantenimiento que se ve en innumerables rincones del lugar. Seguí mi camino, paseando, intentando descifrar lo desconocido, y la mirada de curiosa me delató ante los ojos de un extraño, que al verme, preguntó: “mija ¿y a ti qué te pasó? ¿Estás perdida?”.
En minutos llegué a Plaza Sucre, donde un inmenso mundo invadido de vendedores ambulantes se desplegó ante mis ojos. Nunca había visto tanta diversidad de corotos amontonados. Es un lugar donde no existe la clasificación ni el orden. Desde ropa interior, frutas, ganchos, franelas, kits de manicure y pedicure, cachuchas, zapatos de cualquier tipo, hasta cables, dvds, vestidos, música, libros, maquillaje, pasando por las cosas más absurdas que se puedan imaginar, como implantes de silicón para quienes no poseen suficiente busto. “Todo esto y más en el Bulevar de Catia”.
En la Plaza Pérez Bonalde, un jueves a las 3 y media de la tarde, resulta notable el gran movimiento de personas hablando y compartiendo. A un lado está un señor que canta con devoción –testigo de Jehová– al son de una música religiosa. Y los más pequeños todavía juegan a la “ere”, mientras algunas mamás practican su talento de chismógrafas.
Claro que hubo momentos con pocas personas alrededor, pero eso no me hizo sentir menos segura. Me conformé con sentir las inclinaciones del asfalto bajo de mis pies; ver los tendederos de alambre y escuchar los ruidos de algunos carros desesperados. A esa hora, el olor a perro caliente de los kioscos vecinos me aceleraron el apetito, hasta que vino un camión –de esos que escupen humo negro, demasiado humo negro– y me provocó náuseas.
Encontré un fuerte contraste del movimiento urbano de Catia, en el Parque del Oeste, a pocos metros de Gato Negro. Ahí todo es color de rosas. O mejor dicho, color verde. A diferencia de los edificios, el parque sí tiene un excelente mantenimiento; es un jardín que invita a disfrutar del paisaje, con sus pequeñas colinas y lagos, árboles, parejitas (siempre recordándote de lo que tú no tienes), y diversas obras de arte encontradas a lo largo del terreno. Me sentí relajada y feliz. Es el lugar de un mundo paralelo.
Esta experiencia me dio una visión del Oeste que antes era inexistente. El salvaje Oeste puede ser un lugar accesible para quienes están dispuestos a experimentar algo nuevo. Un sector olvidado por la modernización, pero que preserva su carácter único. Un lugar que pareciera haberse quedado en el tiempo, cubierto de polvo y de falsas amenazas ante una ciudad que se desborda y que, cada vez más, marca las diferencias pero también las semejanzas.

Ana Cristina Sosa M.

*Esta crónica fue publicada en la primera edición de la Revista Ojo

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