Hace dos semanas, en mi segunda semana de regreso a Atlanta, todavía no tenía una rutina de escritura establecida por el verano y estaba un poco desorganizada: dormía de más, me aburría un tanto en la casa, y el día se me iba y al final no había hecho prácticamente nada. Esto me tenía un poco desequilibrada por dentro: la sensación de perder tus días en la nada, tal vez algo muy normal en cuanto a las vacaciones de una estudiante pero ya a mis 26 años, esto se sentía una sinverguenzura sin precedentes.
Mi mamá me llamó un día de esos y me contó que en un desvelo de los de ella había pasado siete horas corridas viendo una serie que le habían recomendado: The Killing. Que tenía dos días pegadas al televisor, super entretenida viendo las dos temporadas que iban de la serie. Aproveché y conseguí rápidamente las dos temporadas y así le di un vuelco a mi semana, aunque seguía sin hacer mucho productivo, ocupé mi mente en esa serie que me atrapó en su suspenso capítulo tras capítulo.
La serie entera se trata de un solo caso de asesinato de una joven de 17 años que tenía todo un futuro por delante. Al ver The Killing, seguimos de cerca la vida de la detective policíaca Sarah Linden, una mujer perspicaz y astuta que intentará resolver el misterio detrás del asesinato de Rosie Larson, así le cueste su vida. En la investigación se envuelve una maraña de sospechosos de una gran variedad de perfiles y situaciones que uno nunca pensó posibles.
No digo más para no dañárselas pero realmente la recomiendo muchísimo! Pasé como tres días pegada al televisor completamente absorbida y esto, irónicamente, me sacudió y me despertó las ganas de aprovechar todos mis días del verano. Al terminar la serie puedo decir que no he desperdiciado un solo día de mis vacaciones! He escrito y leído todos los días así que fue como una rehabilitación muy necesitada en mi caso.
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