Llegó la hora de pasar la página. De empezar a sonreír. De dejar de buscarte en todos los rincones de mi alma. De querer dar lo mejor de mí para mí y por mí y nadie más. Llegó la hora de volver a salir, de aceptar invitaciones, de conocer gente nueva, de no escuchar más a Pablo Milanés y leer Neruda, porque todos ellos me hablan de ti.
Llegó la hora de no esperar más ese e-mail que nunca va llegar. regresar a la ficción, a mi amor imposible, a mis ansias infatigables de ser la escritora magnífica, no porque te hayas enamorado de ella, si no porque en el fondo, ésa soy yo y no puedo dejar ser yo misma por ti.
Llegó la hora de secar las lágrimas y forzar una sonrisa, así no me salga al natural. De escuchar canciones que me hagan sentir feliz y de hacer ejercicio a diario, porque el #planmami es para mí.
Llegó la hora de encontrar nuevas formas de amar. De quemarme las pestañas estudiando para el GRE escribiendo esas 25 páginas de la mejor ficción en el mundo para ganarme la fulana beca e irme bien lejos de aquí.
Llegó a la hora de dejar el drama y escribir de humor. De volver a soñar y seguir con mi vida.
Llegó la hora de seguir con mi vida y de olvidarme de ti. Llegó la hora, me despido de ti.
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