Nostálgica. No big secret. Cualquiera que me conoce, así sea sólo por este blog o por Twitter sabe que no estoy pasando por mi mejor momento. Lo cierto es que el mundo no se va acabar y estoy cansada de mis propios mensajes melodramáticos: sí, estoy triste, pero ya, lo voy a superar, lo prometo.
Al grano. Hoy estaba de ociosa en Facebook y me puse a ver las fotos de varias amigas que se han ido a Nueva York (definitivo, a vivir). Vi fotos de ellas paseando sobre el Brooklyn Bridge, de rumba en las mejores discotecas del Meatpacking, caminando por el Upper East Side de Manhattan, comiendo picnic en mi amado Central Park, deslizándose por los pasillos de la universidad de Columbia. Y aunque parezca absurdo, lo viví todo otra vez: los cafés en Williamsburg, las exposiciones de arte al aire libre, ver los árboles en su máximo esplendor, sentarme en aquellos bares llenos de gente con historias que contar, personajes de mis cuentos al lado mío en el metro, tomándose una limonada en Bleacker Park, y posiblemente fotografeando a una perfecta extraña.
Recordé lo que es caminar y caminar y no cansarse de caminar porque estás feliz de estar ahí y de aprender de todo lo que te rodea. Recordé lo que es conocer gente nueva todos los días, a todas las horas. Escritores. Fotógrafos. Artistas. Nunca olvidaré como los caracteres fluían en ese archivo .doc que cada día contaba más palabras y más anécdotas de Gabrielle (mi protagonista) para una novela redonda que aún no me he atrevido a editar y ya sé por qué. Por miedo a la nostalgia de leer sobre una vida que se me antoja a cada segundo. Lo que siento pasó de ser nostalgia a ser alegría porque sé que es mi norte, mi sueño y lo voy a lograr. Como que me llamo Ana Cristina Sosa. “Me Myself and New York” empieza su proceso de edición esta misma noche. HE DICHO.
PD: esta entrada es sólo un pequeño abrebocas, me están esperando afuera y me tengo que ir pero prometo escribir EL HOMENAJE A NUEVA YORK pronto, no sé por qué carajo no lo había hecho antes.
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