En los últimos años, poco a poco diferentes países se han unido a
esta tendencia izquierdista, tanto así que parece haberse convertido en
una moda social y de los medios. Tal ha sido la euforia que seguimos sin
cuestionarnos el por qué estamos en esta situación.
Están en todas partes. En todas las revistas. Fidel Castro, Hugo Chávez, Lula, y Evo Morales, por nombrar sólo los principales. Que si Chávez empezó esta moda, que si Evo Morales es el seguidor, que si Lula es cauto en materia fiscal… a lo mejor ya eso no interesa.
Hay tanta sobresaturación de estos personajes de tendencia izquierdista que a muchos se les ha olvidado la raíz del problema. Es decir, se pierde tanta energía pensando en que hay que ir a la calle a manifestar, hay que mandar correos, hay que cumplir con el partido político de preferencia, que realmente ya ni se sabe por qué se llegó a este punto.
Mientras que una pequeña proporción de América Latina está conectada por autopistas, y cuenta con los avances tecnológicos productos de una eficaz globalización, la gran mayoría de los habitantes latinoamericanos no está, en cambio, en condiciones de acceder a estas oportunidades que ofrecen las tecnologías de la comunicación, ni lo estarán por mucho tiempo al menos que ocurran grandes transformaciones en el sistema internacional y en las estructuras de poder que lo sostienen.
Muchas veces se cae en la generalización de que somos ricos porque tenemos grandes riquezas naturales y culturales. Esto es completamente falaz pues ser rico en materia prima no tiene nada que ver con ser rico económicamente. No nos podemos sentar y sentir orgullosos de tener tanta riqueza natural sin mover un dedo para que esa materia prima y esa riqueza natural sea, en efecto, parte de una estrategia de macro economía. Que una nación se mueva por explotar esos recursos y aumentar así el Producto Interno Bruto de tal manera que sea una cantidad extraordinaria con la cual cada país pueda mejorar su estatus económico, y su estabilidad como nación
La crisis económica, el déficit democrático, el aumento de la inseguridad, la desigualdad y la falta de libertad de expresión, son situaciones que muchas veces se piensa son consecuencia directa de esta tendencia izquierdista que ha aupado América Latina recientemente. Algunos se sorprenderán cuando vean que no son consecuencia directa de Chávez, Fidel, Evo, ni Lula. Son consecuencia de muchos años de crisis, de falta estrategias económicas, de falta de trabajo y liderazgo social.
Aquí viene el Socialismo
La enciclopedia Encarta define al socialismo como un término que, desde principios del siglo XIX, designa aquellas teorías y acciones políticas que defienden un sistema económico y político basado en la socialización de los sistemas de producción y en el control estatal (parcial o completo) de los sectores económicos.
“Hoy en día no podemos ver al socialismo como un concepto antagónico a lo democrático, pues lo que se toma del concepto es la necesidad de generar políticas públicas que den respuesta a las necesidades de la población y no da prioridad al famoso termino que lo relaciona con la lucha de clases” dice Ramón Bohórquez G., estudiante de Ciencias Políticas (URU, Maracaibo) quién escribió el ensayo: Nuevas Practicas Democráticas en Gobiernos de América Latina
Según lo que explica, en las últimas dos décadas, el mundo ha presenciado una transformación significativa del papel del gobierno en la sociedad. El otro Estado Central omnipresente y todopoderoso de los años de la posguerra ha comenzado desde los años setenta a ceder espacios crecientes a otros actores gubernamentales, sociales y económicos en la atención de las demandas de la población por programas y servicios públicos. Esa transformación se ha manifestado en diversas modalidades de transferencia de funciones hacia los gobiernos regionales y locales, y la participación del sector empresarial y las organizaciones de la sociedad civil en los distintos ámbitos de la formulación e implementación de políticas públicas.
En su ensayo, Bohórquez abre las puertas a una serie de interrogantes que permiten cuestionar la verdadera intención de esta ideología gubernamental, pues indica que,
“Si se vincula a toda la sociedad en un proyecto país que genere progreso, generando con esto unión y no separación. Entonces es interesante preguntarse: ¿Dentro de las nuevas prácticas democráticas de gobierno como encaja la nueva tendencia socialista en América Latina?, ¿forma parte del crecimiento ciudadano y de la madurez democrática de los gobiernos y sus sociedades o siguen siendo incompatibles y antagónicos?, ¿se puede decir que un mejor gobierno democrático necesariamente debe buscar una visión socialista adaptada a los requerimientos de las sociedades del siglo XXI?, interrogantes interesantes de evaluar en un momento en donde la rapidez de los cambios mundiales provocan veloces consecuencias en las sociedades, tanto positivas como negativas”.
La visión de un economista
Como invitado especial de la nueva publicación de la Corporación Andina de Fomento (Caf):“Ensayos sobre políticas públicas culturales para la Región Andina”, el economista boliviano y Director Ejecutivo del Instituto Prisma 21, Horst Grebe López, mediante su ensayo Las políticas culturales desde la perspectiva de la participación plantea una serie de estrategias políticas, sociales y culturales para poder mejorar la economía de América Latina.
Greber pone en relieve que “La adopción de políticas culturales apropiadas puede fortalecer notablemente el desarrollo, haciendo que sus resultados se distribuyan de una manera más equitativa entre todos los sectores de la población. Por otra parte resulta, por de más evidente que América Latina necesita proyectarse vigorosamente en los escenarios de la globalización a partir de sus intereses, objetivos, y valores propios. A estos efectos, resulta imprescindible que la nueva agenda de desarrollo de la región exprese una clara voluntad de superar las situaciones de exclusión social de los pueblos indígenas, que ahora se han hecho tan evidentes. “
Asevera también, que hay suficientes elementos como para que la adopción de un modelo innovador de desarrollo en Latinoamérica requiere de una profunda reforma en el núcleo conceptual y ético que orientan las políticas públicas.
Alienta esta hipótesis reafirmando que La Caf es ciertamente uno de los organismos que está mejor colocado para emprender dicho esfuerzo, pues construyendo sobre las credenciales que ya se ha ganado en otros ámbitos, “La Caf podría considerar la convocatoria a una Comisión Sudamericana de Políticas Culturales, que podría funcionar por un lapso de tres a cinco años , a lo largo de los cuales podría promover la preparación de un informe sobre el estado de situación de estas políticas culturales, y diálogo intercultural en los países del América del Sur.”
Grebe López termina recordándonos que lamentablemente es difícil que existan suficientes estrategias, planes y/o sugerencias para indicar a título ilustrativo el amplio campo de inquietudes que nos concierna la situación política de América Latina.
La visión de un Periodista capaz de desenmascarar la verdad político-social
¿Quién mejor que Rafael Osío Cabrices -periodista independiente que ha trabajado con El Nacional, la revista política Primicia, y autor del libro El Salitre en el Corazón- para hablarnos de esta tendencia y lo que hay debajo de ella?
Como recién salido del horno, acaba de publicar su primera obra política: Horizonte Encendido. En ella, Osío Cabrices viaja por toda Latinoamérica en calidad de periodista, y realiza un reportaje (de 600 tas páginas debo agregar) para llegarle a la raíz de esta situación política vivida en Latino América.
Osío comenta que más que una ola izquierdista, lo que hay son distintas fuerzas llenando el vacío que dejó el relativo fracaso de las políticas neoliberales que aplicaron desde mediados de los 80 en América Latina para acabar con la hiperinflación y la crisis de la deuda. En unos países, estas políticas avanzaron más que en otras; en todos, produjeron apertura económica pero también democrática, y he ahí el problema. Pone dos ejemplos extremos: “Uno, Chile, donde el gobierno militar de Augusto Pinochet aplicó un paquete liberal sin preocuparse por las protestas con que tuvieron que lidiar en otras naciones. Cuando volvió la democracia, este paquete había dado excelentes resultados en reactivación productiva y diversificación de exportaciones, así que los gobiernos de la Concertación (socialistas renovados y demócratas cristianos) se dedicaron más bien a corregir el modelo sin desmantelarlo, logrando con eso una hazaña única en el continente: reducir la pobreza a la mitad. Por otro lado, en Bolivia, desde 1985 se pusieron en práctica medidas dictadas por el FMI que acabaron con la minería estatal y lanzaron a cientos de miles de personas al desempleo, pero al mismo tiempo les dieron la posibilidad de elegir alcaldes y de hacer política sin partidos, con lo que emergieron líderes gremiales convertidos en presidentes, como Evo Morales. La economía boliviana apenas mejoró, pero la apertura democrática permitió que los enemigos de la democracia, que un nuevo autoritarismo de masas, llegara al poder a revertir las medidas de que tanto se beneficiaron. En Venezuela, en cambio, la lenta destrucción de las instituciones civiles permitió el regreso del militarismo y de la izquierda más arcaica que nunca había aceptado la vía democrática. “
Después de hacer esta firme relación con Venezuela, finalmente afirma que es una historia muy larga y complicada, y que no obstante, hay que tener en cuenta que todos estos procesos son mucho más que una moda, que se producen por unos factores y unas circunstancias nacionales y regionales, y que lo menos relevante es si se trata de izquierdas o de derechas. Deja la reflexión que “Lo que importa es que traigan profundización democrática (no retroceso de lo que tanto costó conseguir en materia de libertades) y bienestar para todos, no sólo para los ricos, ni sólo para los pobres.”
Bueno.. en definitiva, ¿Qué se está queriendo decir?
El socialismo se ve hoy en día en muchos países, no por cuestiones de azar, sino porque como se explicó anteriormente, es una visión político económico que privilegia los intereses sociales y humanos en la agenda política de un país y que, no olvidando que para ser efectivo tiene que respetar las reglas del juego económico, es una visión que nos pudiese brindar una alternativa para acabar con los problemas de fondo de América Latina que explicamos antes.
En definitiva, hay una diferencia fundamental entre lo que es el socialismo democrático y lo que Osío llama militarismo izquierdista arcaico. A pesar de que algunas personas piensan que esta tendencia izquierdista pudiese acabar con la democracia, el socialismo al estilo europeo o chileno no está contrapuesto, en absoluto con la democracia. Otra cosa es el militarismo izquierdista arcaico que, en cuanto se convierta en un autoritarismo, sí estaría reñido por los principios de la democracia occidental.
Ana Cristina Sosa Morasso